Mat 10:32-39
Jesús enseñaba a sus discípulos con el propósito de que
llegasen a ser como él, mensajeros de las buenas nuevas del Reino, él dijo: Lc 6:40. (RVC) El discípulo no es superior a su maestro, pero el que complete su
aprendizaje será como su maestro. La historia posterior probó la eficacia
de su enseñanza, pues sus discípulos continuaron en la obra que les había
enseñado e hicieron discípulos por todo el Imperio romano (Asia, Europa y
África) antes del final del primer siglo.
Todo cristiano
es un discípulo.
La gran comisión del Señor es el de “ir
al mundo y hacer discípulos…” Mt.
28:19,20. Los discípulos son personas, que aprenden, que crecen, aquellos
cuya fe les motiva a obedecer todo lo que Jesús manda. La palabra discípulo se usa siempre como sinónimo
de creyente. Hch 6:1 En aquellos
días, como creciera el número de los discípulos…” Hch 11:26. Cualquier
distinción entre las dos palabras es artificial.
Cuando Cristo reclutaba discípulos, les enseñaba cuidadosamente
el costo de seguirle. Las personas indecisas que no querían compromisos no
respondían. Jesús rechazaba a los que eran renuentes a pagar el precio, como el
joven rico. Advertía a los que querían ser sus seguidores que midieran el costo
cuidadosamente. Lc 14:28-30 Porque
¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y
calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que
después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean
comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no
pudo acabar.
Un cristiano no es alguien, que simplemente compra un
seguro contra incendios para evitar una vida desagradable en el más allá. Un
cristiano es alguien cuya fe se manifiesta en sumisión y obediencia, es alguien
que se ha ofrendado sin condiciones a Cristo como Señor y Salvador; alguien que
desea agradar a Dios. Cuando falla, busca el perdón y desea ir hacia delante. El
llamamiento cristiano demanda esa clase de dedicación total. Nadie puede acudir
a Cristo bajo otras condiciones. Aquellos que creen que pueden aceptar algunas
ideas del cristianismo y seguir viviendo como les plazca, deben examinarse. 2Co
13:5 (LPD) Examínense para comprobar
si están en la verdadera fe. Pónganse a prueba seriamente…”
Mat 10:32-39 (RVC) A cualquiera que me confiese delante de los hombres, yo también lo
confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me
niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que
está en los cielos. No piensen que he venido para traer paz a la tierra; no he
venido para traer paz, sino espada. He venido para poner al hijo contra su
padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra. Los enemigos
del hombre serán los de su casa. El que ama a su padre o a su madre más que a
mí, no es digno de mí. El que ama a su hijo o hija más que a mí, no es digno de
mí. El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que halla su vida,
la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. No hay
declaración más definitiva sobre el discipulado que esta. Expone en lenguaje
claro el costo del discipulado. Sus palabras son aplicables a todos los
discípulos y sirven también como signos de orientación para todos los
seguidores potenciales de Jesús.
Significa confesar ante otros que Jesús es Señor, y
confiar, en que él también hablará a nuestro favor delante del Padre. Rom
10:10 (CST)
Porque cuando uno cree de corazón, Dios
lo declara justo; y cuando confiesa su fe, se asegura la salvación. Si el
corazón cree de verdad, la boca estará ansiosa por confesar. Una característica
de todo creyente genuino es la de confesar a Cristo delante de los hombres. Rom
1:16 (DHH) No me avergüenzo del
evangelio, porque es poder de Dios para que todos los que creen alcancen la
salvación, los judíos en primer lugar, pero también los que no lo son. 1Jn 4:15 Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él,
y él en Dios.
Cristo dice que nos confesará delante del Padre que está
en los cielos. Mat 10:32 A
cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le
confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. ¿Qué quiere decir esto?
Cristo dirá en el día del juicio: “Este me pertenece”. Manifestará su lealtad hacia
los que le fueron leales. Del mismo modo, quedará expuesta toda deslealtad. Mat
10:33 Y a cualquiera que me niegue
delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en
los cielos. Está hablando de falsos discípulos, personas que dicen ser cristianas,
pero no lo son. Cuando son sometidos a prueba, niegan habitualmente al Señor ya
sea con su silencio, con sus actos o con sus palabras.
Establece
prioridades.
Un segundo sello de garantía del verdadero discípulo es que ama a Cristo más
que a su propia familia. Mat 10:34 No
penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz,
sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su
padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos
del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es
digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; El
pasaje paralelo de Lc 14:26 es más
fuerte: Si alguno viene a mí, y no
aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun
también su propia vida, no puede ser mi discípulo.
Para ser discípulos ¿tenemos que odiar literalmente a
nuestra familia? Es obvio que ese no es el sentido, eso violaría los
mandamientos de “Honra a tu padre y a tu madre” o “esposos amad a vuestras
esposas”. La clave de este pasaje está en la frase: “Y aún su propia vida”. El Señor está diciendo que debemos ser
incondicionalmente leales a él, incluso por encima de nuestra propia familia y
sobre todo, por encima de nosotros mismos. La biblia nos enseña a negarnos a
nosotros mismos. Mat 16:24 Entonces
Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz, y sígame.
A considerarnos
muertos. Rom
6:11 Así también vosotros consideraos
muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. Y
en cierto sentido, tratar los aspectos egoístas de nuestro ser con el más
completo desdén. 1Co 9:27 (BTX3) sino que trato con severidad mi cuerpo, y lo reduzco a servidumbre; no
sea que, habiendo predicado a otros, yo mismo quede desaprobado. También es
la actitud que hemos de tener respecto a nuestras posesiones incluyendo nuestra
familia.
¿Por qué Cristo usa términos tan rigurosos? Porque está
tratando de ahuyentar a los meros simpatizantes y atrayendo a los verdaderos
discípulos. No quiere personas indecisas que dolosamente creen que están en el
reino. A menos que Jesús sea la prioridad número uno, no le hemos dado el lugar
correcto.
Toma la cruz. El que no está dispuesto a
perder su vida por seguir a Cristo no es digno de él. Mat 10:38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de
mí, no es digno de mí. Lc 14:27 Y
el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Esa
persona no puede ser discípulo.
Jesús no demanda a las personas que le añadan al tesoro
de sus vidas; él quiere ser el tesoro. Él quiere discípulos dispuestos a
renunciar a todo. Eso requiere auto negación total, hasta el punto de estar
dispuestos a morir por su causa. ”Tomar la cruz” no se refiere a sobrellevar
una enfermedad crónica o un cónyuge inaguantable o una suegra caprichosa. Ni
siquiera evoca el calvario. Cuando Jesús dijo “toma tu cruz” sus seguidores
pensaron en un instrumento cruel de tortura y muerte. Pensaban en los
criminales condenados. Las burlas de las gentes al verles caminar. Entendían
que les estaba llamando a sufrir y morir por él; les estaba pidiendo que
hicieran el sacrificio final, rendirse a él como Señor en todos los sentidos.
Jesús añade un pensamiento final paradójico. Mat 10:39 (PDT) El que se aferra a su vida, la perderá; pero el que dé su vida por mí, la
encontrará. El que halla su vida, la
perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. “El que halla su vida” se refiere a alguien
que salvaguarda su seguridad física negando a Cristo bajo presión, o a alguien
que se aferra a la vida en lugar de tomar la cruz. Dado que su interés
principal fue asegurar su integridad física, esa persona pierde su alma eterna.
Por el contrario, aquellos que están dispuestos a perder sus vidas por causa de
Cristo recibirán la vida eterna. La Biblia no enseña la salvación por martirio.
Jesús simplemente dice que los auténticos cristianos no se echan atrás ni
siquiera frente a la muerte. Se está refiriendo a una norma, una dirección. Esto
no excluye fracasos temporales como el de Pedro. Pero Pedro finalmente probó que
era un verdadero discípulo. Llegó el momento en que voluntariamente dio su vida
por causa de Cristo.
Lc 9:23 Y
decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome
su cruz cada día, y sígame. Noten la adición de las palabras “cada día”. La
vida de un discípulo invita a la persecución y, por ello, ha de ser una vida de
auto negación cotidiana. 1Co 15:31 (PDT) Hermanos, yo muero todos los días. Esto es tan cierto como el orgullo
que siento porque ustedes son creyentes en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Un creyente auténtico es alguien que se enrola para toda
la vida. Significa dar todo por Cristo cada día, sin reserva, ni incertidumbres,
ni vacilaciones. Es cortar los lazos que atan al mundo, sellar las puertas de
escape, desprenderse de cualquier clase de seguridad a la que uno pueda volver
en caso de fracasar. Un creyente auténtico sabe que va adelante con Cristo
hasta la muerte. Una vez puesta la mano en el arado no vuelve la vista atrás. Esa
es la esencia del verdadero discípulo.